Algo tan íntimo y misterioso

A veces siento una gran duda al escribirles porque tengo la sensación de que lo que quiero decir es tan delicado, tan íntimo, tan misterioso, que no se puede entender si no se tienen experiencias personales, vivencias en el ámbito de Pentecostés.

¿Qué es lo que les quiero decir? Quiero presentarles el antiguo mensaje cristiano que informó el cristianismo primitivo, que precede a todo, que es el origen y el principio de todo lo bueno en el mundo, sin el cual todo el progreso y los cambios sociales terminan en la nostalgia, en el hastío y en la desesperación, como está sucediendo a los países altamente desarrollados.

Este mensaje, este secreto consiste en que hay Alguien poderoso y suave a la vez, penetrante y respetuoso, abrumador y dulce. Ese Alguien se llama el Espíritu Santo. Él es el primero que debe llegar al cristiano y al judío que quieren tener experiencia de Dios.

Éste es un misterio difícil de hablar en público porque es absolutamente personal. Para que el Espíritu de Dios llegue es necesario tener una preparación, de meditación y de plegaria, de arrepentimiento y de íntima docilidad. El libro más útil para prepararnos es el de los Hechos Apostólicos.

Después de que el Espíritu venga, Él nos enseñará todo lo que debemos hacer, Él nos explicará el modo adecuado de cambiar lo social. Es verdad que hay un mundo y todo un ámbito por transformar. Es cierto que debemos borrar la miseria de Colombia, que debemos crear muchas nuevas industrias. Es verdad que la reforma agraria debe acelerarse y multiplicarse.

Pero hay Alguien inmenso y fuerte detrás de todo, que debe estar presente en los cambios y debe estar, sobre todo, presente en las personas: es el Espíritu Santo. Él está acercándose a la Iglesia ahora.

El trabajo horizontal, es decir, sólo en favor de lo social, no basta, no consuela, no satisface, si no está iluminado por una relación vertical que nos une con lo divino; y esa relación se llama el Espíritu de Dios. Sin Él, nuestras palabras son vanas y nuestras obras son insuficientes.

Los quiero invitar a que oremos personalmente, con toda la fuerza de nuestra alma, implorando que venga a nosotros el Espíritu Santo. Si Él viene, sucederá lo increíble, lo maravilloso.


(Libro: García Herreros, Rafael, «El Espíritu Santo»,
Colección Obras Completas No. 3, séptima edición, reimpresión. Centro Carismático Minuto de Dios, Bogotá, 2015)

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